Los Gurús - Parte II
- Dr. Vinicio Toledo

- 29 nov 2022
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 12 jul 2023

En su libro Feet of Clay, Anthony Storr hace un estudio de las características de los gurús. Estos personajes intrigantes que mencionamos en la primera entrega de este tema y en donde hacíamos énfasis en el nivel de influencia que algunos de ellos pueden ejercer sobre sus seguidores hasta llevarlos a límites irracionales y autodestructivos incomprensibles para el observador externo.
Es más, entre sus seguidores pueden encontrarse personas cuya actividad profesional, nivel de inteligencia o altura intelectual nos haría suponer que les imposibilita caer en este tipo de dinámica y, sin embargo, para nuestra mayor sorpresa, no es así.
Otros gurús, por el contrario, son personajes cuya santidad, incuestionable integridad y falta de toda ambición personal, han cambiado la vida de millones de personas con sus enseñanzas y son venerados hasta el presente. En este segundo grupo, menciona a Jesús, Buda y Mahoma.
En el primer grupo, donde hay corruptos e incluso psicópatas, incluye algunos ejemplos como el de Jim Jones ( quien en 1978 condujo a más de novecientas personas a un suicidio colectivo ), a David Koresh ( que en 1993 convenció de autoinmolarse a 86 seguidores ) y a Bhagwan Shree Rajneesh ( quien poseía noventa y tres Rolls-Royces y que predicaba el sexo como el camino a la iluminación). En Netflix exhiben un documental sobre un gurú-curandero brasileño con estas características: Joao de Deus.
Con las abismales diferencias que existen entre unos y otros, en el libro mencionado se describen algunas características comunes y que los distingue del hombre corriente.
Analiza personajes tan dispares como Ignacio de Loyola, Freud, Jung , Rudolf Steiner (fundador del movimiento de escuelas Waldorf ), y otros más.
Empieza por señalar que el término Gurú proviene del Sánscrito y significa “maestro”. También se refiere a un guía espiritual o religioso o a una autoridad intelectual y se aplica a personas que despiertan respeto. Un buen número de ellos proclaman que tienen un conocimiento espiritual especial proveniente de sus revelaciones personales que les sirve para guiar a sus seguidores por caminos de salvación y desarrollo personal. La historia pasada y presente, nos ilustra sobre la autenticidad de algunos de ellos y también nos revela a aquellos que son embaucadores, falsos profetas, desquiciados o inescrupulosos psicópatas que explotan financiera, emocional y/o sexualmente a quienes les siguen ( como los ejemplos mencionados en líneas anteriores).
Storr describe las características comunes a la mayoría de los Gurús y se resumen así:
Proclaman una revelación personal que ha transformado su propia vida, y que proviene de Dios, sus ángeles o de seres misteriosos que residen en - por ejemplo - lugares etéreos, en los Himalayas o incluso en otros planetas. Estas revelaciones constituyen un conocimiento universal que solo salvará a quienes le sigan.
Desde niños, han sido seres solitarios, y sin amigos cercanos, más interesados en lo que ocurre en sus propias mentes que en las relaciones personales; tienden a ser introvertidos y narcisistas. Se distinguen de quienes por sus quehaceres artísticos o de otra índole, trabajan en soledad pero están abiertos a aprender de otros y aceptar las diferencias de opiniones.
Los Gurús son intolerantes a la crítica e interpretan como hostilidad cualquier desacuerdo con sus directrices y enseñanzas, porque las revelaciones sólo pueden ser aceptadas o rechazadas pero nunca debatidas.
Tienden a ser elitistas y antidemocráticos pues “sus revelaciones” los convierte en seres superiores que sólo admiten seguidores - a quienes imponen su autoridad y dominio- pero no amigos pues la amistad supone relaciones de igualdad.
Con frecuencia, estas revelaciones surgen después de una crisis mental o física en que el gurú ha intentado, sin lograrlo, una solución a sus problemas emocionales. Storr arguye que esas revelaciones y delirios, son intentos de solución a dichos problemas y que se adoptan como verdades religiosas o espirituales permanentes e inamovibles.
A diferencia de esos hallazgos que en la ciencia y en el arte surgen a veces de forma paulatina o de improviso, y que tienen muchas similitudes con el proceso de crisis de los gurús, estos descubrimientos repentinos se entienden como una solución que constituye un paso hacia otros descubrimientos o soluciones pero que no constituyen verdades inamovibles ni finales.
Cuando al gurú se le revela ¨la verdad¨, la proclama con una ferviente certeza; aunado a ésto existe en ellos un innegable carisma y una gran capacidad persuasiva; con frecuencia tienen una buena presencia o atractivo físico y una infaltable fluidez verbal. Con este conjunto de características, la labor proselitista y el poder de convencimiento se traducen en la exitosa adherencia de innumerables fieles y en una enorme credibilidad.
El autor enfatiza que así como los gurús necesitan seguidores, éstos necesitan del gurú quien, muchas veces no es etiquetado como psicótico o no es internado en una institución mental, porque otros los ven como profetas y comparten la supuesta autenticidad de esas creencias.
Aunque los gurús muchas veces comienzan predicando pobreza y ascetismo, son - como otros humanos - susceptibles de corromperse con el poder que van adquiriendo a través de su éxito. Al estar convencidos de tener revelaciones únicas que vienen dadas por Dios y que tienen que transmitirlas a los demás, se sienten merecedores de privilegios especiales por dicho esfuerzo justificándose así el que otros se ocupen, por ejemplo, de recolectar el dinero para su misión, terminando muchas veces en una vida de lujo y creyéndose exentos de las normas aplicables al resto de personas, tanto en lo sexual como en otras áreas que conllevan el ejercicio de su poder, incluyendo la tendencia a ser crueles y despóticos en sus demandas y en los castigos que imponen a los que -a su juicio- se desvían de sus enseñanzas.
Storr añade que, a pesar de la bizarra cosmología que puedan predicar o que esos gurús se corrompan, no todos los “insights” que se derivan de esas crisis de intenso malestar son absurdos pues, por el contrario, algunos resultan útiles o válidos. Además, señala que dichas crisis también pueden abrir la puerta a percepciones singulares vedadas a una persona común y provocar en quien las experimenta, un agradecimiento preferible al tedio de una normalidad convencional. Sucede así - por ejemplo- con la intensidad de los picos de exaltación que atraviesan algunas personas bipolares o quienes pasan por un episodio agudo de esquizofrenia del que luego emergen intactos. Ambos diagnósticos son aplicables a una parte de dichos gurús. Yo añadiría que esas revelaciones y sentimientos también son descritos con frecuencia por quienes usan sustancias alucinógenas buscando “expandir la mente” o como parte de un ritual místico-religioso. Relatan que, después de una experiencia de este tipo, ya no pueden ver el mundo de igual manera dado el cambio de conciencia y percepción de la realidad que les ha provocado atravesar por ella.
Resume Storr que, algunos gurús pasan por un período definido de enfermedad mental de la que luego se recuperan, otros se deterioran hasta la psicosis y otros, permanecen razonablemente bien balanceados y socialmente adecuados a través de su vida.
En la próxima entrega, hablaremos sobre los seguidores de estos personajes.

